Capítulo 2
Tom entró a su habitación dejando escapar un suspiro por entre sus labios. Aún se sentía culpable por haberle hecho creer a Bill que aquella noche en la cual se lo montaron de película. Miró todo y notó que la manera en la cual engañaba a Bill era demasiado exacta, todo estaba como si jamás en su vida hubiesen tenido una noche tan…increíblemente apasionada. Bajó su mirada y logró ver su carta arrugada en el piso. Normal. Quizás debería haber escrito algo más…creíble como “Hey Bill, ¿sueños húmedos huh? Amaneciste desnudo en mi cama, que asco, pero soy buen hermano haha.” O algo por el estilo. Aunque desde que lograba que Bill se creyera todas y cada una de sus mentiras, ya ni siquiera se esmeraba en mentir como se debe. A veces realmente creía que su gemelo o tenía un retraso cerebral o aún no maduraba del todo.
Pero le encantaba que fuera de ese modo.
Tan inocente y dulce.
No le amaba como a una pareja, de hecho, solo le quería para un polvo y quizás hasta sonara cruel, pero no le apetecía repetir. Realmente su...¿meta? Había sido lograr eso, jodérselo a más no poder, quedarse con su virginidad y luego hacer como que nada ha pasado. Bueno sí…sonaba muy cruel.
Tomó de su mesa de noche un vaso de agua. Seguramente Bill lo había dejado ahí cuando se levantó...bah que le importaba.
Aunque tampoco pretendía hacerle daño...resopló y entrecerró los ojos, tumbándose boca arriba en la cama. Lo mejor sería dejar de hacerle ese tipo de cosas por la noche. Se había pasado realmente lo había hecho.
Se levantó de la cama con cuidado, sintiendo como el colchón se hundía al pasar su peso de un lado hacia otro y se quitó la ropa. Eran no más de las cuatro de la tarde, pero estaba cansado –y no era para menos-, además del cansancio, estaba la culpa que sentía, la cual realmente no había sentido nunca al hacerle algo así a Bill. Pero ya todo era parte del pasado, no volvería a cometer el mismo error dos veces. En realidad...dejaría de hacer todo lo que conllevara algo sexual con Bill. Algún día se daría cuenta.
Aquello no duraría por siempre.
Se quedó solo con su bóxer puesto y se tumbó en la cama bruscamente, haciendo que los fierros sonaran peligrosamente. Balbuceó algo y levantó un poco la cabeza, notando que se le había olvidado por completo mover la cama contra la pared otra vez. Claro...no podía estar en todo... ¿y si Bill comenzaba a notar los errores de su intento de “aquí no ha pasado nada”? Tendría un problema muy serio...sí definitivamente muy serio.
Sin más, cerró los ojos y se entregó a los placeres de su subconsciente, durmiéndose tranquilamente.
Y la noche, no se hizo esperar.
Cuero.
Cadenas.
Látigos.
El ruido de un cierre cerrándose en torno a una esbelta pierna, la cual estaba rodeada de unas sensuales medias de red. Plataformas, y mucho maquillaje negro. El moreno sonrió de lado y se mordió el labio inferior, acomodando las pulseras de tachas en sus delgadas muñecas, acomodando sus enormes y pesados collares. Posó la yema de su dedo índice sobre sus labios, besándolo silenciosamente para luego deslizarlo hasta su mentón...cuello, nuez. Hizo círculos en su pecho tapado por un chaleco, el cual era conjuntamente un short de cuero negro brillante, subiendo su dedo por sobre el cierre hasta llegar a su bajo abdomen. Se miró en el espejo y se notó perfecto. Sus labios negros...su pelo peinado y arreglado a la perfección hacia atrás. Sonrió sensualmente y se levantó de la cama, sintiéndose aún más alto de lo normal.
-Me cansé de tus mentiras...me cansé de tus adiós sin sentido...ya es tarde Tomi.- susurró tomando el látigo, acariciándolo con una de sus manos.
El ruido del cuero al contraerse o pegarse a su piel le siguió hasta el cuarto de Tom, en el cual le vio dormido...se veía dulce, tierno...falso, mentiroso y embustero.
-¿De verdad creíste que me engañarías?- sonrió de lado lamiéndose los labios.
Se sentó sobre su pelvis y se inclinó hacia adelante para lamer su mentón. ¿Ahora quién era el vulnerable? ¿Quién sería el engañado? Rió bajito y se apropió de sus labios un segundo, tan solo sintiendo su respiración dentro de su boca. Le mordió el labio inferior y tiró despacio de éste, observó sus ojos firmemente cerrados. No le quedaba mucho tiempo antes de que despertara.
Miró el vaso de agua sobre la mesa de noche y frunció los labios, se lo había tomado todo...o sea que hasta el polvillo de la pastilla se había tomado. Aún tenía tiempo.
Se bajó despacio de su cuerpo, y con dificultad fue bajando a su gemelo de la cama adoselada. Suspiró, vaya, pesaba lo suyo, y con las plataformas puestas era un tanto difícil bajarle. Con un ruido seco, el trasero de Tom cayó al piso, haciendo que Bill formara una mueca de dolor en su rostro, afirmándole por debajo de los brazos, a sus muslos. Con cuidado siguió arrastrándole hasta que sus pies cayeron ruidosamente al piso también.
-Lo siento.- susurró inclinándose bastante para besar su sien y continuándolo arrastrando.
Estando de espaldas debía ladear su cabeza en varias ocasiones hacia atrás, pero logró llegar exitosamente a el ático, el cual había preparado especialmente para la ocasión durante el día. Además de que bueno...a veces de algo hay que vivir y...por ser algo similar a una dominatriz le pagaban bastante bien.
Le depositó quizás algo bruscamente sobre un sofá de tela negra con algunos detalles algo eróticos en rojo, y suspiró con tranquilidad. Vaya, no debería ir al gimnasio por un buen tiempo con aquel ejercicio.
Suspiró y se dirigió hacia una especie de cómoda que tenía algo escondida bajo unas telas, y de allí sacó unas velas de colores rojas y negras. Las fue dejando en diferentes lugares, no eran muchas. Decir quince era el número exacto. Segundos después, las prendió todas y luego prendió las dos luces de arriba que alumbraban todo con una intensa luz roja a la cual las pupilas de Bill se acostumbraron enseguida.
-Si tan solo te interesaras más...hubieras sabido lo que había aquí arriba...hubieras sabido las cosas que hacía...- dijo dando vueltas en torno a una camilla, la cual en cada punta tenía unos fierros de los cuales colgaban cadenas.- Ah...- suspiró acomodándolas un poco, mientras revisaba que tenía las llaves.- A veces me tomas por un idiota Tom y realmente no lo soy...y con esto de joderme, lograste solo cagarla más de lo normal.- rió bajito, con algo de morbo.
No era que fuera un degenerado sexual, ni nada por el estilo. Pero la cuestión sadomasoquista...le encantaba. Que le pegaran mientras follaban era como, la mejor sensación del mundo para Bill. Y siendo así y todo, era un chico inocente, sino, no se hubiera tardado tanto tiempo en descubrir que en realidad nunca soñó que se folló a su hermano, ni que por las noches Tom iba a su cuarto y se tocaban mutuamente. Porque todo aquello que creyó soñar, pasó de verdad.
Sino, ¿de dónde había salido aquel incesante dolor de trasero?
¿Y los mordiscones?
¿Los chupones?
¿Las marcas?
Vamos...Tom realmente creía que él era un retrasado mental. Pero estaba seriamente equivocado, y en aquel momento sabría quien era verdaderamente Bill Kaulitz.
-Conmigo, no se juega hermanito.- susurró acercándose a él.
Le tomó con dificultad en brazos y haciéndose de toda su fuerza, caminó con él hasta depositarle sobre la camilla, quedándose apoyado brevemente en la misma, acompasando su respiración. Estaba un poco falto de ejercicio parecía...o es que Tom de verdad necesitaba comenzar una dieta. Sonrió de lado y suspiró, mirando su cuerpo, para enseguida quitarle el bóxer de a poco, examinándole meticulosamente. La vez anterior no se había gastado en observarle tanto porque claro...supuestamente era un sueño. Hizo morritos y dejó el bóxer doblado sobre el sofá.
Prácticamente enseguida, caminando con decisión, se acercó a la camilla donde estaba Tom, e instantáneamente levantó una por una las cadenas, rodeando las muñecas y los tobillos del de trenzas. Las cuatro extremidades, quedaron todas algo tirantes y separadas, lo cual hizo a Bill sonreír con mucho morbo. Esta vez le tocaba a él, sí...esta vez le tocaba a Tom que le quitaran la inocencia.
Entreabrió sus ojos algo adolorido. Sentía como que su espalda estaba totalmente recta sobre la cama, y sentía las piernas algo dormidas. Bostezó e intentó mover sus brazos para frotarse los ojos, sin conseguir moverlos. Más bien sintió como un punzante dolor en las muñecas. Frunció el ceño y lo intentó de nuevo, esta vez escuchando el ruido que ocasionaban las cadenas al moverse. Abrió los ojos de par en par y movió un poco el cuello para verse el resto del cuerpo y notar que estaba, naturalmente, encadenado.
-Hola Tomi.- saludó Bill inocentemente desde el sofá, cruzado de piernas mientras jugaba con el cierre de su entero de cuero.
-¡¿Qué demonios es esto?!- dijo Tom algo alterado, mirando la cantidad de objetos totalmente amenazantes que habían en la habitación, y podían atentar sin dificultad alguna contra su vida.
-Pues bueno, esto es un ático en el cual yo suelo trabajar cuando tú no estás en casa, para ultrajar mi cuerpo y luego decirme que es un sueño.- suspiró como si de verdad le importase, parándose y caminando hacia la camilla, haciendo que Tom palideciera.- Esas...estúpidas notas, las odio.- dijo casi que escupiendo
-Oye, de verdad, esto no es gracioso Bill, ya suéltame.- murmuró poniéndose realmente nervioso al notarse desnudo.
-A mí tampoco me parecía gracioso que me dijeras que soñaba contigo...haciéndote esas cosas, tú tocándome. Anda. ¿No te pesa ni un poco la consciencia Tom?- dijo esta vez más agresivamente, sosteniendo firmemente el látigo en su mano, fuera de la vista de Tom.- ¡¿Ni un poco te pesa el haberme engañado?!- le gritó
El de trenzas sintió como todo de repente se le daba vueltas de golpe. Evaluó rápidamente la situación. No estaba en condiciones de hacer réplicas ni preguntar estupideces...solo debía obedecer y estaba seguro de que Bill cedería. Es decir... ¡Debía! Ceder.
-Lo siento. Lo siento, yo solo no quería que tú te sintieras mal al respecto.- confesó, aunque no sonó creíble.
-¡No lo sientes!- volvió a gritarle, levantando en una milésima de segundo el látigo del cual pendían largas tiras de cuero, las cuales marcaron la cadera de Tom.
-¡QUE HACES!- gritó medio en un rugido de dolor.
-¿Sabes? Esta vez, me toca jugar a mi Tom. Yo te diré lo que podemos hacer.- sonrió ampliamente
-Bill...- murmuró
El moreno negó y posó uno de sus dedos en los labios de Tom, antes de inclinarse para darle un suave beso que no fue correspondido, lo cual ocasionó otro inminente latigazo, esta vez en el muslo.
-¡No seas animal!- chilló
-Y tú no seas mal educado.- dijo Bill mirándole con los ojos avellana encendidos, con una chispa extraña entre inocente, violenta y sensual.- Haz de esto algo más ameno Tom...ambos podemos disfrutarlo si te lo propones...
El de trenzas entrecerró sus ojos.
Definitivamente prefería el Bill inocente que había visto la noche anterior antes de comérselo vivo prácticamente. Suspiró y evaluó en una milésima de segundo, si valía la pena realmente pasarla mal...después de todo...no sería la primera vez que estaba atado con cadenas.
Sonrió de lado provocadoramente y Bill captó el mensaje, dejando que su lengua se asomase por entre sus dientes, tocando levemente su labio superior. Aquello, en cierto modo, logró mover algo en el interior del de trenzas. Como por ejemplo, que aquel polvo, le iba a doler la vida entera más o menos...
El moreno pasó el extremo del látigo por sobre el pecho del de trenzas, en una falsa caricia, yendo desde el punto de partida hasta su bajo abdomen, en el cual jugueteó con suavidad con su virilidad, ocasionando que el de trenzas soltara un leve jadeo, más que nada de nerviosismo. Quitó el objeto de en medio y fue depositando suaves besos en sus músculos, deteniéndose a jugar traviesamente con sus pezones, mordiéndolos algo fuerte.
-¡Ah!- gritó Tom adolorido, haciendo que Bill sonriera ampliamente.
-Así que...- susurró ahora dando vueltas en círculos alrededor de la camilla.- ¿No te excito?
Tom tragó con dureza. No era que no le excitara, eran las condiciones en las cuales Bill pretendía que se excitase, el problema. Contuvo el suspiro que estaba a punto de escaparse de sus labios. Temía que hasta el más mínimo movimiento, provocara una reacción violenta en...su...hermanito menor.
-Lo haces.- siseó intentando mantener la calma, <<anda, solo es Bill, ¿por qué estás así de nervioso? Ni que te hubiese drogado para llevarte hasta allí y ahora te tuviera encadenado ¡con un látigo en la mano!>>
-Sabes, yo confié en ti siempre Tom, pero creo que tú solamente te empecinabas en tratarme como si algo anduviese mal conmigo y lamentablemente, para ti claro, todo está bien conmigo. Y hoy, todo estará bien contigo si haces lo que te digo.
-Bill, si quieres podemos ir a mi habitación, este lugar me pone los pelos de punta.
-¡Hoy haremos lo que yo quiera!- gritó dándole otro latigazo en el muslo, un ápice más debajo de donde le había dejado el anterior.- ¡Me cansé de hacer siempre lo que a ti te sale del culo!- rugió ferozmente, cosa que seguramente no hubiese hecho sino estuviese bajo los efectos de un cóctel de píldoras que le estaban acelerando demasiado.
-¡Ya vale pero deja de pegarme con eso!- chilló Tom intentando moverse sin éxito.
-¿Prefieres que te lo meta por el culo? Estoy seguro de que será una experiencia muy excitante para ambos.- sonrió con morbo
-¡NO!- gritó espantado
Bill puso los ojos en blanco y tiró el látigo al piso con molestia, alejándose de Tom, el cual respiró tranquilo. Quizás ya todo había terminado. Bueno, o eso pensó hasta que vio al moreno con un rollo enorme de esas cintas plateadas que usan los electricistas o cuando vas a embalar algo muy importante que no quieres que se rompa.
-A ver si cierras esa boca enorme que tienes.- murmuró cortando un buen trozo.
-¡No, no, Bill! Ni se te oc...- no pudo acabar la frase ya que el resto de las cosas que dijo no pudieron ser entendidas a causa de la cinta cerrando completamente su boca.- ¡AH!- gritó, empero Bill le ignoró abiertamente, ya que el sonido no era lo suficientemente alto como para alarmarse.
-Te ves más caliente con la cinta puesta.- se burló besándole por sobre la misma.
Le miró una fracción de segundo, y con cuidado se montó sobre su pelvis, quedando sentado a horcajadas sobre él, mirando sus asustadas orbes. Sonrió de lado, dejando ver un poco del Bill dulce inocente y tierno que en verdad era y besó la punta de la nariz de su gemelo a la vez que se levantaba un poco, quedando arrodillado aún a horcajadas sobre Tom.
Comenzó a morderle el cuello con suavidad, lamiéndoselo como si fuese un vampiro que va a alimentarse de su indefensa presa. Mientras que con una de sus manos, se dedicaba a jugar con su miembro, el cual, para suerte de Tom, comenzaba a endurecerse poco a poco. Sonrió y se dirigió a sus labios, cruelmente tapados por la cinta.
-Es una lástima. Adoro besarte...tienes unos labios tan suaves que me siento el más pecador de todos al tocarlos con los míos.- susurró lamiendo su mejilla antes de bajarse silenciosamente.
Quizás Tom aún no había recibido el castigo que él considerara adecuado. Pero aquella mirada...aquellos ojos avellanados que le miraban sensuales y provocadores, eran mucho más fuertes que él mismo. Haría y se dejaría hacer, lo que jamás había dejado a nadie.
Con movimientos ligeramente gatunos, a la par que abría las cadenas en torno a las extremidades de Tom, acariciaba su torso, el cual estaba mucho más relajado que antes.
-Es hora de divertirnos enserio Tomi.- sonrió acabando de liberarle, viéndole sentarse en la camilla, quitándose la cinta.
El moreno al principio, creyó que el de trenzas se iría sin más, pero no. Todo lo contrario. Arrugó la cinta entre sus dedos y la tiró al suelo, abriendo sus piernas y atrayéndole entre ellas a Bill, tomándole por la cintura. Una vez allí le miró unos segundos, antes de devorarle los labios en un salvaje beso, el cual se tornó algo violento, lastimando inconscientemente el interior de los labios de Bill, haciéndole perder un poco de sangre que se mezcló entre sus salivas, dándole un gusto metálico y particular al beso.
Tom le apretó contra su cuerpo, friccionando su desnudez contra el cuerpo de Bill, rodeándole por completo con sus brazos. Necesitaba tenerle de ese modo, necesitaba atarle contra sí para no perderle. Particularmente...quería follarse a Bill otra vez. La faceta de puta enloquecida que le estaba despertando sus deseos y fantasías más morbosas.
-Aliméntame.- susurró Bill contra los labios de Tom arañando levemente su pecho.
-Tus deseos...son ordenes.- jadeó lamiendo la pequeña herida de Bill, apoyando las manos en sus hombros.
Bill le miró de manera traviesa, mientras cedía ante la presión que ejercía Tom en sus hombros, hacia abajo. Se acuclilló frente al miembro de Tom, y antes de siquiera poder acomodarse, sintió como una de las manos del de trenzas se apoyaba en la parte de atrás de su cabeza, impulsándole hacia adelante. Le dio una prolongada lamida y sonrió abriendo su boca para rodear el miembro de Tom por el costado, sin metérselo en la boca, tan solo rozándolo con sus labios, dejando que el aliento cálido chocara contra la piel de su virilidad.
-¿Quieres que te alimente?.- jadeó Tom, observando desde una vista privilegiada como Bill introducía vorazmente el miembro en su boca.- Pues entonces...succiona y tendrás un alimento delicioso...- sonrió de lado, comenzando a mover la cabeza de Bill, para que su miembro entrase y saliera de la boca cálida de éste.
Su piercing jugó libre y a gusto con la masculinidad de su hermano, sobándole, lamiéndole y besándole. Tom no se guardaba ni un solo gemido, entregándose por completo al placer que los dulces labios de su hermano menor le brindaban. No era nada ordinario...Bill parecía tener un don innato para causarle unas lagunas mentales que le hacían poner los ojos en blanco. El solo hecho de sentir su aliento contra su glande, le producía los efectos más delirantes que jamás había sentido en su vida.
Quizás antes de lo esperado, sin siquiera llegar a disfrutar del todo del sabor salado que impregnaba su boca, Tom se vino de golpe sin previo aviso, obligándole prácticamente a tragar su esencia. Bueno...la palabra obligar sobraba...más bien lo sugirió y Bill lo hizo totalmente dispuesto.
-Quedé bastante satisfecho...- sonrió Bill subiendo otra vez hasta los labios de Tom, para compartir su semen aún cálido y presente en su boca, con la de él.- Pero ahora me toca a mí...- susurró con morbo
-¿A qué te refieres?- preguntó el de trenzas, acariciando el trasero de Bill, dándole suaves pellizcones sabiendo que le enloquecían.
-Me refiero. A que esta vez. Me toca...a mí.- repitió, y de un rápido y preciso movimiento, hizo caer a Tom de boca al suelo, sobre la negra alfombra que adornaba todo el piso. Tan fácil, como mover la camilla.
Con una rapidez gatuna, el moreno se arrodilló a su lado, y quitó las esposas que pendían de su cinturón, el cual contenía ciertos otros juguetes. Tiró de los brazos de Tom hacia sí y esposó sus muñecas con rapidez.
-¡Bill!- chilló, siendo engañado por su cuerpo, al dejar escapar un gemido.
-Sí, gime mi nombre, Tomi.- siseó inclinándose para besar su cuello, a la par que lo volteaba, para poder encontrarse con sus ojos.- Ambos vamos a disfrutar de esto, créeme. Además... ¿Prefieres que te la quite un don nadie o alguien que amas?- le citó al de trenzas en la noche en la cual le engañó haciéndole creer que tan solo había sido un sueño.
El de trenzas le miró sin mediar palabra, mordiéndose la lengua. Realmente no quería que Bill le metiera nada por el culo. Ni siquiera su propio miembro...le apetecía seguir siendo virgen analmente por el resto de su feliz vida. Pero habían situaciones, como aquella, que sin importar los nervios o el miedo, te excitaban quizás más de la cuenta, haciéndote perder la noción del tiempo y el espacio, queriendo solamente lo que vienes deseando hace, segundos, minutos, horas, días...
No contestó. Apretó los labios un poco y fue esbozando una sonrisa, cambiando la expresión sorprendida de sus ojos, por una de total y completo deseo. Admitía que se sentiría extraño estando debajo...pero...Bill en cuero con un látigo en la mano se le venía a la cabeza, y le hacía pensar en que se dejaría hacer cualquier cosa. Por más que luego se arrepintiera.
Bill sonrió ampliamente y se paró, dejando entre sus piernas a Tom, quien tan solo tenía las piernas libres, ya que sus brazos estaban atados detrás de su espalda. El moreno se inclinó todo su torso hacia abajo, acariciando sus propias piernas cubiertas por las medias de red y con toda la sensualidad que llevaba dentro, bajó el cierre de sus botas a la vez, haciendo que hasta el mismísimo zip del cierre generara una reacción sexual en Tom.
-¿Siempre has sido tan jodidamente sexy o es que no lo noté antes?- jadeó Tom mordiendo su labio inferior.
-No lo notaste antes...siempre tan ocupado tú...- rió de manera levemente sádica, despojándose de las botas, las cuales fueron a parar a alguno de los rincones oscuros de la habitación.
Tom sonrió de lado, respirando algo más agitadamente, sintiendo ya una excitación totalmente diferente a la que sentía siempre; cuando él dominaba la situación.
Bill le recorrió con sus adornados ojos negros el cuerpo a su gemelo y volvió a inclinarse para quitarse las medias. Una de ellas siguió el mismo camino que las botas, y otra, fue a parar a los dientes de Bill. Mordió uno de los extremos, y el otro aún lo sostenía en su mano, tirando de la misma. Soltó una sensual risita y pasó la yema de su dedo mayor del pie por el pecho de Tom, quien lo elevó de un jadeo y soltó un pequeño gemido.
-Te ves sexy estando debajo...no te ves menos masculino...- le susurró, volviendo a sentarse a horcajadas sobre él, para pasar la media detrás de su cuello, rozándola en un vaivén algo erótico junto con su cuerpo, provocando que Tom se sentara.- Tócame.- gimió en su oído.
El de trenzas pasó su nariz por una de las clavículas marcadas de Bill, subiendo hasta su cuello para besarlo y lamerlo, mientras que Bill se movía con lascivia sobre su pelvis. Lamió los lóbulos de sus orejas, y cuando sus labios se proponían apropiarse de los de su reflejo, éste se movió hacía atrás y arriba, dejándole sentado, con las ganas marcadas en su rostro.
El moreno rió divertido por lo bajo y ayudó a Tom a pararse. Éste lo hizo enseguida y se quedó quietecito, mientras Bill le rodeaba, caminando en círculos, esperando el momento exacto de atacar. Luego de algunas vueltas alrededor del de trenzas, el moreno se quedó parado frente a él.
-Tú.- le señaló y Tom no emitió sonido.- Boca.- agregó poniendo un dedo en los labios de Tom.- Aquí.- susurró señalando su cierre.- Y luego.- continuó.- Aquí.- siseó señalando su entrepierna.
Tom se relamió los labios. Se estaba dejando someter con demasiada facilidad... ¿pero a caso le quedaba opción? Prefería colaborar en el asunto...prefería dejar que Bill disfrutase, y él definitivamente guardaría en su memoria por siempre lo que se sentía no tener el control de la situación.
Se acercó al pecho de Bill, y depositando un beso un poco más debajo de su cuello, agarró entre sus dientes el pequeño metal del cierre que le permitiría bajarlo sin uso de las manos.
El moreno le miró atentamente, como a veces dejaba de bajar, solo para lamerle el pecho o morderle, lo cual se le hacía excesivamente erótico, hasta que llegó a la mitad de su entrepierna, donde el cierre terminaba. Tom ya se había arrodillado; por lo cual Bill movió sus brazos para sacarlos del entero de cuero, y luego deslizarlo por sus piernas, junto con su bóxer, quedando él igual de desnudo que su igual. Éste se mordió el labio inferior sintiendo su corazón latir desbocado. No era miedo, no, ya no lo tenía, se estaba dedicando a disfrutar. Pero sí eran nervios. Una gran sensación de nervios azotarle el cerebro.
Y para rematarla, el hecho de tener el miembro viril de Bill en sus narices, no le daba ninguna calma. ¿Se suponía que eso, iba a introducirse por su trasero? Vaya, no la iba a pasar muy bien el primer rato...cerró los ojos unos segundos, y sintió como Bill le acariciaba el rostro. Estaba acuclillado frente a él.
-Hazlo.- le ordenó con tono dulce.- Ahora.- agregó.
-No me apetece Bill.- confesó
-No lo hagas más difícil Tom, y tampoco te pongas en posición de víctima, porque no eres ninguna víctima.- aseguró besándole la mejilla con un leve dejo de frialdad, volviendo a pararse para tomarlo por las trenzas, instándole a que comenzara.
-¿Esto lo haces por venganza, cierto?- dijo aún de rodillas, con tono firme y autoritario.- Pues si lo haces por eso, eres patético.
-¡Soy muy patético Tom!-dijo dramáticamente.- Pero eres tú el que tiene mi pene en su cara, y eres tú el que tiene las manos tras la espalda. Así que, ¡comienza de una vez!.- le ordenó
Tom frunció el ceño con enojo, y apretó la mandíbula con fiereza. Vale, sí, estaba totalmente entregado. Ladeó el rostro, y sintió como Bill golpeaba su mejilla reiteradas veces con su glande, lo cual le hizo estremeceserse. Volvió a mirarle con desafío y movió el miembro de Bill con su boca, para introducirlo de un momento a otro, provocando una mueca de sorpresa en el rostro del menor, sobre todo al sentir aquellas dos bolitas rozarse contra la estirada piel de su virilidad, deseosa de recorrer nuevos horizontes. Y el primer nuevo horizonte, sería la boca de Tom. El otro, su inocente y sonrosada estrechez.
-Así es Tom, así es.- siseó acariciando su cabeza, como si fuese un perro el cual había hecho bien su trabajo.
Éste soltó un gruñido de desagrado por su actitud, y continuó con su labor, sintiendo las uñas de Bill clavarse en su espalda, y quisiera o no, aquello le motivaba a continuar. Le gustaba sentir aquellos largos dedos adornados de esas extravagantes uñas, clavarse en la carne de su espalda, haciéndole enfebrecerle de placer. Sin dejar de de succionar y lamer, sacó el miembro de Bill de entre sus labios, para lamer el interior de sus muslos, y atrapar entre sus labios los ligeramente hinchados y endurecidos testículos.
-¡Tom!- gimió Bill totalmente sorprendido, sintiendo que le temblaban las piernas del placer.
El aludido no pudo evitar sonreír de lado sin dejar de estimular a Bill. Una vez que se decidió a volver con su miembro, el moreno le detuvo, arrodillándose frente a él, comiéndole con suavidad los labios, aferrándose a su cuello, dejando que Tom dominara la situación por unos momentos.
Aún con el cuello de Tom entre sus brazos, se recostó en la alfombra, ayudándole a él a que se recostara sobre él, ambos friccionando su desnudez el uno con el otro. El sexo humedecido por la saliva del de trenzas, de Bill, se rozaba contra el duro y seco de Tom, como si éste le estuviese embistiendo a la par que le besaba.
Retozaron sobre la alfombra queriendo hacerse uno, con dificultad a causa de los brazos tras la espalda de Tom, hasta que Bill quedó encima. Éste sonrió ampliamente y acarició el miembro otra vez erecto de su gemelo, con la yema de su dedo índice. El de trenzas se estremeció y notó como Bill se estiraba sobre él para tomar entre sus manos una bolita mediana que estaba enganchada a una especie de silicona elastisada. Abrió un poco más los ojos y sintió como su gemelo le levantaba la cabeza para pasar la silicona tras de su nuca. Se asustó al sentir la bolita plástica en su boca, que le impedía de cierto modo tragar y respirar.
-Quiero que te esfuerces especialmente en gemir. Quiero oírte Tomi, y con eso en la boca no puedo. Quiero que disfrutes...- susurró el moreno arrodillándose entre las piernas de Tom, quien miró a todos lados con los ojos desorbitados.
Bill le miró unos segundos, y depositó un beso en su pecho, antes de abrirle las piernas quizás exageradamente.
Se humedeció lo suficiente los dedos, para luego palpar la entrada de Tom con cuidado. Sabía que dolía, y por ende no quería que Tom sufriera, le...le amaba demasiado como para dejarse dominar por la frustración de los encuentros clandestinos durante muchas noches, las cuales creyó que tan solo eran sueños.
Tom chilló y movió su pelvis hacia arriba, cerrando las piernas de golpe ante la sorpresa, lo cual hizo que Bill se molestara y apretara con fuerza la base de su miembro.
-¡Que te quedes quieto que te vas a hacer daño jodido!- rugió, haciendo que a Tom se le llenaran los ojos de lágrimas de la agresión infringida en su virilidad.
Éste obedeció y cerró los ojos aguantándose las lágrimas, eso de verdad le había dolido, inclusive más que los dos latigazos. Exhaló por la nariz y volvió a abrir las piernas, sintiendo de nuevo los dedos de Bill palparle con delicadeza. Apretó la mandíbula, ¿cuántas veces lo había hecho durante aquella eterna noche?
Poco a poco fue sintiendo como los dedos de Bill marcaban su territorio al colarse sin vergüenza o timidez dentro de su trasero. La sensación que tuvo fue de extremo dolor. Y esos eran solo los dedos...
Bill estaba especialmente concentrado en no dañarle y estaba más que seguro de que aquella ternura que estaba poniéndole al asunto, le estaba quitando todo lo especial que había querido que fuera la situación; tan diferente a las que solía tener con los estúpidos de sus clientes, los cuales se quedaban satisfechos con hacerle una mamada, y ser azotados. Mediocres.
-Tendré cuidado.- suspiró anonadado por el rostro tan sumiso que tenía Tom en aquel instante, como con miedo de ser azotado otra vez o algo por el estilo.-No me mires con esos ojos, no vas a follarme hoy.- el de trenzas enarcó una ceja sugestivamente.- Sí, otro día sí, pero hoy me toca a mí. Y así estamos a mano.- dijo entendiéndole. Tom sonrió como pudo y se movió un poco para que Bill comenzara.
El moreno sonrió ampliamente al ver que por una vez las cosas salían realmente como él quería que fueran. Quitó sus dedos con suavidad y se arrodilló mejor en la alfombra, agarrando en sus manos, los tobillos de Tom, para mantenerle las piernas separadas. Inhaló y puede que con algo de nerviosismo, colocó su miembro, comenzando a entrar muy despacio.
¡OH POR DIOS! Bill miró la cara de Tom, y al verlo visco se preocupó un poco, abriendo los ojos de par en par.
-¿Estás bien?- susurró soltando sus talones, para tomar el rostro del de trenzas entre sus manos.- ¿Tom...?- dijo algo asustado.- Tom esto no es gracioso.- estuvo a punto de lloriquear, en el momento en que sintió las piernas de Tom cerrarse en torno a su cadera con fuerza, obligándole a terminar de entrar.- ¡Arrgh!- rugió entre placer y sorpresa.
Tom puso los ojos en blanco y se movió un poco. Vale, eso dolía como la putísima madre, pero era de esos placeres, que no son placeres sino duelen.
-¡Jodido!- chilló Bill quedándose rojo al sentir su miembro rodeado de la extrema calidez y estrechez de Tom.
Éste dijo algo totalmente inentendible y Bill solo pudo reír. Se había preocupado de verdad, y Tom...como siempre se había reído en sus narices. Suspiró y volvió a tomar los tobillos de Tom entre sus manos, para separarle las piernas. Inhaló otra vez profundamente y comenzó a moverse con cuidado dentro de su gemelo, quien cerró fuerte los ojos en cuanto sintió como Bill tocaba su interior.
Paulatinamente Bill fue sintiendo como el ambiente de la alcoba se llenaba de gemidos. Pero eran sus gemidos...no estaba lo suficientemente excitado como para continuar, sino lograba escuchar a Tom, quien solo tenía los ojos en blanco, como una puta que está disfrutando demasiado. Se inclinó y le arrancó algo agresivamente lo que vendría a ser el bozal, y como si eso hubiese destapado algo importante, una cantidad indiscriminada de gemidos comenzaron a salir de los labios del...tan masculino Tom.
-Ok, esto no me lo esperaba.- admitió Bill aún algo helado por lo que sus ojos veían y oían.
-¡¿Puedes cerrar el pico y joderme de una puta vez?!- le exigió Tom, haciendo que una morbosa sonrisa se formara en los labios de Bill.
El moreno no se hizo de rogar, y continuó embistiendo, sintiendo como su abdomen se contraía al entrar y salir de Tom. Ambos jadeaban y gemían en diferentes tonos. Cada algunos minutos a Tom se le escapaban unos agudos de soprano...Bill tenía que morderse el labio para no reír. Definitivamente, amaba a Tom, y era de esos tipos que eran fuertes, duros, y tan...machos. Y de repente los tenías en la cama y eran un flan.
-Tom...- gimió Bill
-¡Ah sí, soy yo!- gritó aferrándose a la alfombra
-Dime que me amas.- jadeó mirándole a los ojos, notando que ambos estaban sudando a chorros a causa del calor que había en la habitación, y lo peluda de la alfombra.
-Te amo.- gimió
-¡Quiero que lo grites!-rugió Bill, embistiendo con profundidad y rapidez, sintiendo el ruido que ocasionaban sus cuerpos al chocarse.
-¡Arrg! ¡TE AMO!- gritó Tom viniéndose sobre su abdomen, mientras Bill aún embestía.
-Que perra...tan manejable eres...- jadeó Bill estando en las últimas.
-Sí...lo soy si quieres que lo sea.- suspiró Tom, sintiendo como su cuerpo se movía al compás de las embestidas de Bill
-No te pongas cursi. Solo te he ordenado que gritaras que me amas para dejar claro que el que mando aquí, ¡soy yo!.-masculló corriéndose dentro de Tom, tumbándose sobre el pecho de él.- Mentiras mías. Te adoro...pero...solo eso.
-Yo...yo, también te adoro...el cursi...eres tú y joder tu peso más mi peso me están matando los brazos...- se quejó
-Oh cierto- recordó Bill saliendo de encima de Tom, volteándolo levemente.
Se levantó del piso y comenzó a buscar en el traje, las llaves de las esposas. Frunció el ceño y las buscó en el cinturón...¿dónde estaban? Miró a Tom de reojo y una sensación de pánico le recorrió la espina dorsal. Se agachó y buscó el diminuto objeto entre los pelitos de la alfombra.
-Dime por Dios que solo estas jugando y que sabes en donde está la llave.- murmuró Tom parándose detrás de él
-Yo...ay no sé donde quedó.-confesó haciendo una mueca de espanto
-¡BILL!- gritó